martes, 1 de mayo de 2007

LA POSICIÓN DE LA DEMONIA

Mujer de la noche que te atreves
Despatriada, desolada
Te temo, te quiero


Con la fuerza del monoteísmo y su influencia en el pensamiento de la humanidad, aparece curiosamente una única deidad de carácter masculino, opuesta a los conceptos de culturas primitivas sobre la Diosa Madre. Al parecer el símbolo de consuelo que ofrece el cristianismo a esta ruptura es la Virgen María, madre de todos.

Sin embargo, según la Cábala hebrea, aparece una misteriosa figura femenina sobre la que poco se habla y es llamada Lilit, quien se describe como la primera mujer de Adán, hecha el mismo día que él y caracterizada por un enorme ímpetu. Lilit tenía el mismo estatus ontológico que Adán y como él, fue hecha a imagen y semejanza de la divinidad.

Estas condiciones hacían que Lilit pareciera contestataria e irreverente con Adán, y según cuenta la historia, se negara a hacer el amor con Adán encima de ella. Lilit pensaba que hechos el mismo día y como principio de equidad, ella podía hacerse arriba de su amante y evitar el sometimiento del macho sobre ella.

Lo que parecía un desacuerdo común entre las parejas, que en ocasiones se da, sobre quién va arriba y quién abajo, parece tener una connotación más intensa. La sacaron del paraíso y se convirtió en demonio. Yavé sacó a Eva de una costilla de Adán, y así cambió la primigenia igualdad.

Lilit, etimológicamente viene del hebreo Layil, que significa noche, aparece representada por una mujer de cabellos muy largos y ensortijados, la expresión sublimada de un demonio.

Para los que nos hemos formado con La Biblia de cerca, toda esta historia se nos hará extraña y confusa, así que recapitulemos: Lilit y Adán, hechos el mismo día. Adán quería hacerse sobre ella al hacer el amor y ella no lo permitió, quería arriba. Adán se sintió perturbado por su falta de subordinación y la relación se acaba. Lilit se va, se vuelve demonia, y Yavé soluciona la soledad de Adán sacándole a Eva de su costilla. No se encuentran datos, pero parece que Eva aceptó estar abajo. Claro, que luego vino su error, comió la manzana, que parece que no significaba sexo, sino sabiduría. Entonces pasó lo que todos sabemos. La pobre Eva se negó la posibilidad de hacerse sobre su amante sin protestar y tarde o temprano también fue expulsada del Paraíso.

Cuando los misioneros llegaron a tierras americanas, se encontraron con las indias, haciendo el amor con los indios, en la misma posición que pretendía Lilit. La mujer encima. Entre las enseñanzas de las misiones se incluyó enseñarles a los indios que la mujer debía ir abajo y el hombre arriba. Irónicamente, los nativos decidieron llamarle a la nueva posición “la posición del misionero”, todo un intento por alejar a los indios, aunque sea un poquito del infierno.

Lilit es un símbolo importante para el feminismo, por su actitud aguerrida en la búsqueda de la equidad, aunque le costara tantos pesares posteriores y una terrible mala fama. Pero también es todo un incentivo para reflexionar sobre el papel de la mujer en la sexualidad.

Algunas mujeres se sienten incapaces de hacer propuestas sexuales, de sugerir una posición, de ser ellas las que le hacen el amor al hombre, de mirarlo a los ojos y susurrarle cosas al oído, tal vez por el miedo inconsciente a terminar pareciéndose a una Lilit y finalmente ser sancionadas por “putas”

Hacer el amor es un acto en pareja e indudablemente se disfruta más cuando la participación de los dos es más activa y cuando son los dos los que hacen lo posible para la búsqueda del placer y la expresión afectiva. No son las posiciones sexuales las que garantizan el placer, pero las mujeres pueden permitirse disfrutar de la maravillosa aventura que significa encontrarse libremente con un cuerpo que se ama.

En realidad no tenemos que parecernos a Lilit ni a nadie, en realidad lo más importante es aprender a redescubrir nuestra sexualidad, a no temernos a nosotros mismos y a reconocer el abanico de posibilidades que implica cada caricia.

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