martes, 14 de agosto de 2007

EL CUERPO DE LA INFANCIA

Con el tiempo hemos descubierto que la mejor manera de hacer prevención de abuso sexual es permitiéndole a los niños y niñas el reconocimiento de su cuerpo como su territorio, como un territorio de paz que nadie puede someter.
Antes se les decía que no hablaran con extraños, pero la realidad nos muestra que el abuso sexual también ocurre dentro del medio familiar. No es extraño el padrastro, no es extraño el abuelo, ni el primo, ni el nuevo novio de mamá.

Después de ensayar enseñándole a los niños y niñas hasta defensa personal, parece ser que lo único que en realidad incide de manera contundente en la prevención del abuso, es un estilo de crianza democrático, en el que exista un reconocimiento importante de la autoridad, pero se eviten todas esas formas de sometimiento y servilismo de la infancia.

A veces decimos que dejamos que nuestro niño vaya solo a la tienda o se quede solo en casa, para que aprenda a ser autónomo. Pero no somos capaces de permitirle que escoja su propia ropa y que decida como vestirse. La autonomía se gana en las pequeñas decisiones cotidianas, no en situaciones que expongan su seguridad.

El cuerpo es el lugar donde sucedemos cada uno de nosotros y en el que se desarrolla nuestra subjetividad, no como un cuerpo que nos contiene sino como un cuerpo que somos. Cada vez que golpeamos el cuerpo de un niño le estamos comunicando que ese cuerpo se puede someter, es un cuerpo dominado, sobre el cual se impone la fuerza de las personas que justamente deberían protegerlo.

Si un niño rompe algo y le damos una palmada, puede que el trauma físico sea menor, pero le estamos enseñando que su cuerpo vale menos que aquello que rompió. Vale menos que el jarrón, que la vajilla de la abuela o que la ventana de la vecina. El valor del cuerpo se reduce y si es un cuerpo que no vale, entonces para qué cuidarlo.

Supe de un niño de 6 años al que la mamá le decía “tesorito”, en esa forma empachosa que tenemos ocasionalmente las madres de expresar nuestro afecto. Pero el niño, muy crítico, decía que él no podía ser ningún tesoro de la mamá, porque hasta donde él sabía los tesoros no se dañaban.

Queremos que nuestros hijos e hijas sean capaces de afrontar los riesgos del abuso sexual, sean capaces de prevenir el VIH, las enfermedades de transmisión sexual y los embarazos, pero cómo podrán hacerlo si ni siquiera reconocen ese valor por su propio cuerpo, cómo se afronta la sexualidad con un cuerpo que no nos pertenece.

Llega la tía María a visitar el domingo y el mismo niño de 6 años no quiere saludarla de beso, justamente el sagrado derecho a no desear un beso de una boca que se percibe con el mismo efecto de los agujeros negros en el espacio. Pero frente a la negativa del beso, la madre insiste, “no seas grosero, dale un besito a la tía María” No importa que sea la tía María la misma que nos prestó para la hipoteca, nuestros hijos deben tener la posibilidad de decidir, en lo posible, aquello que ocurre sobre su cuerpo.

Aunque sea difícil admitirlo, a muchos de nosotros nos lastimaron en nuestra infancia. Reproducimos el mismo modelo tirano porque es el único que conocemos. Creemos que a pesar de los golpes físicos y psicológicos, hemos quedado bien, y hasta agradecemos a nuestros padres por el dolor aparentemente necesario.

Si en realidad quedamos bien, no sería gracias a los golpes, es gracias a los abrazos, a las historias antes de dormir y a las elevadas de cometa. En cambio, todos aquellos complejos e inseguridades con las que cargamos, incluso todos aquellos rasgos neuróticos, se derivan de todos esos actos despreciables que nuestros padres cometieron creyendo que hacían un buen trabajo. Nos sacrificaron a nosotros y ahora nosotros sacrificamos a nuestros propios hijos.

Pegarle a un niño o una niña, es un acto de cobardía. Sé que a muchos no les gustará lo que digo, porque sienten la crítica sobre el único modelo de crianza que conocen. Pero debo decirlo, la próxima vez que ponga su despreciable mano sobre el cuerpo de un niño para golpearlo, recuerde que lo único que está representando son las limitaciones que tiene como padre o madre para criar a sus hijos, y que cada vez que lo violenta, le está enseñando que su cuerpo es un territorio miserable en el que crece el dolor.


1 comentario:

Buy Cialis dijo...

Me parece que este tema es muy delicado y puede abrir intensos debates en los salones mas prestigiosos. Es interesante que un joven conozca su cuerpo, que lo explore y que sienta los fluidos antes de que un extraño lo haga. La verdad hay que informarse mejor de lo que esta pasando en el mundo en este tema.