martes, 1 de mayo de 2007

MUCHO MÁS QUE FIDELIDAD

“Si alguna vez adviertes que te miro a los ojos, y una veta de Amor reconoces en los míos, no pienses que deliro, piensa simplemente que puedes contar conmigo”
Hagamos un trato. Mario Benedetti

Todo lo que se ha escrito sobre la fidelidad se hace desde un lugar determinado. Mientras unos presentan argumentaciones antiquísimas, otros ponen en la mesa un análisis sobre un mundo cambiante que revalúa las instituciones. Mitos al respecto surgen desde cada ángulo, que es inocua, que es pecado, que le hace bien al matrimonio, que está de moda, que es inaceptable en las mujeres, tantas cosas se dicen al respecto, como cabezas hay en el mundo.

La ingeniosa escritora Rosa Montero se ha atrevido a decir que las mujeres cuando son infieles se ven más bellas. La actriz Julia Roberts ha dicho que cuando se está enamorado, la fidelidad es fácil. Y Schopenhauer consideró que la fidelidad para el hombre era algo artificial.

El infiel piensa una cosa, el amante tal vez otra y el traicionado algo muy distinto. Incluso es probable que todos piensen lo mismo y cada uno haga lo suyo.

El reconocido terapeuta Frank Pittman, se ha referido a la infidelidad como la mentira privada, la traición de la intimidad. Se refiere este autor, a que independiente del sistema de creencias, la infidelidad es la ruptura unilateral de un pacto que la pareja previamente ha realizado.

La terapia familiar sistémica, entiende la infidelidad como una expresión de un sistema, y más allá de fijar su atención en el acto infiel, busca respuesta en las dinámicas de la relación de pareja que se ha estructurado. Solicita una mirada más holística sobre esta situación.

Igualmente existen patrones culturales que inscriben nuestros comportamientos, que pueden condenar o avalar una práctica. El séptimo mandamiento no es otra cosa que la expresión de un pueblo frente a lo que ha considerado como peligroso para una de sus instituciones más veneradas. Sin embargo, otras culturas se sostienen en otros sistemas de valores. En el pacífico colombiano existe la poliandria, aceptada práctica cultural en la que una mujer convive con varios hombres al mismo tiempo. Por supuesto, la fidelidad adquiere un sentido distinto.

Nuestra sociedad se preocupa enormemente por la fidelidad sexual, y esto se refiere a un pacto de exclusividad que parece ser casi indispensable en nuestras relaciones. Incluso, podemos enamorarnos de una persona fuera del matrimonio, pero el error es dejarnos llevar por las pasiones sexuales.

La infidelidad, satanizada o no, corresponde a la posibilidad del engaño con otra mujer o con otro hombre, con quien se tiene una relación sexual. Existen unas reflexiones más anquilosadas, como aquellos que consideran que alguien puede ser infiel con el pensamiento, lo que supone que una vez casados, nunca más podemos tener una fantasía sexual con nadie. Y digo con nadie, porque con el paso de los años, tampoco nos permitimos tener fantasías sexuales con nuestra propia pareja.

De cualquier manera, parece que se deja de lado un valor supremo en la fidelidad, que más allá de la exclusividad sexual, se refiere a la lealtad y a la incondicionalidad. Se refiere a siempre estar apoyando y comprendiendo a quienes amamos, incluso en los malos momentos. Se refiere a comprometernos con su vida, a no gestar una relación basada en engaños, se refiere a nunca confabular contra esa persona, y a bajo ninguna circunstancia hacerle daño.

En este mundo competitivo, que gira más rápido de lo que creemos, la nobleza y la lealtad deben seguir siendo un valor. Los seres humanos necesitamos saber con quién contamos, necesitamos saber que tenemos un hombro donde reposar, para morirnos de la risa o para llorar.

Podemos sentarnos horas a discutir lo importante que es ser fiel, darnos golpes de pecho y luego cada quien actuar como quiere o como puede, podemos sentarnos horas a debatir sobre esas teorías absurdas que se tejen desconociendo la complejidad de las pasiones humanas o a juzgar al otro ser humano, porque para juzgar no nos falta el tiempo.

Pero sí que necesitamos horas para pensar sobre nuestro comportamiento depredador, dominante y nuestra falta de amor. La fidelidad puede ser no tener sexo con nadie más, pero lo cierto es que debe ser eso y mucho más que eso. No es suficiente con no ir a la cama con otro como cumpliendo un deber, necesitamos más relaciones de pareja que cada mañana se dibujen nuevamente con la certeza de que pase lo que pase podemos contar con quien amamos.

Nuestras relaciones no quedan construidas en el momento que hacemos una promesa, nuestras relaciones se construyen en cada minuto compartido, en el café de la mañana y en un atardecer desnudos. No somos Penélope tejiendo y destejiendo. Cada día es el presente de los espacios íntimos donde crece algo más importante que la fidelidad: el Amor y la Lealtad.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Claudia deberias escribir mas acerca de la fidelidad en esos terminos tan accequibles que lo haces ese tema es muy extenso, tocar el tema del perdon despues del engaño sobretodo cuando ahora es el hombre quien descubre este lado del cubo.

Anónimo dijo...

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Ser fiel de verdad que es dificil, or mas que la persona quiera hacerlo, siempre abran obstaculños que impidan ese ser fiel.

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la fidelidad puede ser interpretada de mucahs maneras, algunos creen que se trata sencillamente de no enganar, pues no se trata de algo mucho mas complicado y complejo...