jueves, 28 de junio de 2007
ESPOSAS, COMPAÑERAS Y AMANTES
En un programa radial, se referían a mí, como la columnista que defiende el papel de las amantes en la sociedad. Me maravillo con el ingenio periodístico, pero les expliqué que no es una defensa por las amantes, es una defensa por la mujer, es una lucha en contra de los prejuicios que desconocen todos los matices que tiene la vida. No somos polarizados blancos y negros perfectos, justamente lo sublime es toda esa exuberante gama de grises.
Es una posición de defensa por la reivindicación de la mujer en todo el sentido de sus posibilidades: La mujer madre, la mujer homosexual, la mujer abuela, la mujer madre soltera, la separada, la viuda, la casada, la cabeza de familia, la mujer en medio del conflicto armado, la mujer negra, simplemente la mujer.
Siempre supe que ese tema de las amantes alarmaría a más de uno, pero nunca imaginé tanta polémica visceral al respecto. En mi artículo mencionaba que las esposas engañadas tienen un odio gremial que califico de patético, porque de hecho todo odio generalizado parte del desconocimiento del ser humano como individuo único y desestima el maravilloso papel que tiene cada historia de vida.
No estoy en contra de las esposas. Mi abuela, mi madre y yo, hemos sido esposas, y es probable que mi hija lo sea algún día. Sólo que en mi escrito hay un manifiesto sentido de la duda sobre la idea de que todas las esposas sean buenas y abnegadas. Me resisto a creer que lo bueno sea únicamente lo que legitima el estatus quo. En ocasiones lo es, en otras no.
Este imaginario de la esposa como la buena mujer, resulta tan intocable porque se fundamenta en el ícono de la cultura judeo-hebreo-cristiana, de María la esposa de José, la madre de Dios. Nadie dudaría nunca de su reputación, pero bajo el mismo principio se cree que determinado papel en la sociedad ineludiblemente signifique la evocación de tan inescrutable imagen de mujer.
Como estado polarizado de ese ícono perfecto que es la María, surge la Eva, que simboliza con facilidad el rol de la amante por su desobediencia e incitación al pecado. Por tanto, es fácil pensar que toda amante es mala. Limitada visión de la realidad. Muchas son malas, como muchas esposas también lo son. Muchas son buenas, como muchas esposas también lo son.
La bondad de una persona no se puede determinar única y exclusivamente por el tipo de relación de pareja que tenga, depende de su actitud con la vida y esto es mucho más complejo.
Las amantes no tienen un papel determinado en la sociedad, porque de hecho el gremio de las amantes no existe. Son etiquetas que están hechas para dividir a la humanidad. Una mujer puede ser al mismo tiempo esposa engañada y amante de otro fulano, en ese caso ¿En qué gremio la ubicamos?
En los casos reales nos damos cuenta que todas estas divisiones prejuiciosas del mundo son absurdas, y sólo caben en nuestras cabezas, porque tenemos la posibilidad de ser absurdos.
La amante es simplemente la que ama, y para esto no se necesita estar casada con nadie, ni de la bendición de ningún mortal, se necesita sólo amar, amar infinitamente y ser inmensamente feliz con ese amor. Qué maravilla si al mismo tiempo se es la esposa, pero también que maravilla si no. La única idea que defiendo es que el amor está muy por encima de cualquier etiqueta social que tenga una relación.
Juan Obregón, el reconocido pintor, me decía “esposas, son las que llevan los policías, quitan la libertad. Compañera, es la que acompaña. Amante, la que ama” Una tipología bastante ingeniosa y categórica,
Mientras en nuestra generación soñamos con ir vestidas de blanco hacia el altar a alcanzar un posición social que sólo se obtiene con el matrimonio al pasar a ser la señora de tal, aún se tiene la esperanza de que las generaciones venideras sean mujeres que sueñen menos con posiciones inmutables, y que se permitan ser compañeras y amantes de sus propios esposos o sencillamente del hombre o la mujer que decidan amar.
Sería maravilloso que, siguiendo las palabras del artista, quitáramos menos la libertad, fuéramos mejores compañeras y amáramos más. Comprendiéramos que el amor no se gesta sobre un rol social y se posa allí para siempre, el amor necesita reencontrarlo cada día, reinventarlo mientras nos reímos juntos con desparpajo, mientras nos seducimos frenéticamente, mientras seguimos soñándonos en el encuentro de nuestros brazos.
Es una posición de defensa por la reivindicación de la mujer en todo el sentido de sus posibilidades: La mujer madre, la mujer homosexual, la mujer abuela, la mujer madre soltera, la separada, la viuda, la casada, la cabeza de familia, la mujer en medio del conflicto armado, la mujer negra, simplemente la mujer.
Siempre supe que ese tema de las amantes alarmaría a más de uno, pero nunca imaginé tanta polémica visceral al respecto. En mi artículo mencionaba que las esposas engañadas tienen un odio gremial que califico de patético, porque de hecho todo odio generalizado parte del desconocimiento del ser humano como individuo único y desestima el maravilloso papel que tiene cada historia de vida.
No estoy en contra de las esposas. Mi abuela, mi madre y yo, hemos sido esposas, y es probable que mi hija lo sea algún día. Sólo que en mi escrito hay un manifiesto sentido de la duda sobre la idea de que todas las esposas sean buenas y abnegadas. Me resisto a creer que lo bueno sea únicamente lo que legitima el estatus quo. En ocasiones lo es, en otras no.
Este imaginario de la esposa como la buena mujer, resulta tan intocable porque se fundamenta en el ícono de la cultura judeo-hebreo-cristiana, de María la esposa de José, la madre de Dios. Nadie dudaría nunca de su reputación, pero bajo el mismo principio se cree que determinado papel en la sociedad ineludiblemente signifique la evocación de tan inescrutable imagen de mujer.
Como estado polarizado de ese ícono perfecto que es la María, surge la Eva, que simboliza con facilidad el rol de la amante por su desobediencia e incitación al pecado. Por tanto, es fácil pensar que toda amante es mala. Limitada visión de la realidad. Muchas son malas, como muchas esposas también lo son. Muchas son buenas, como muchas esposas también lo son.
La bondad de una persona no se puede determinar única y exclusivamente por el tipo de relación de pareja que tenga, depende de su actitud con la vida y esto es mucho más complejo.
Las amantes no tienen un papel determinado en la sociedad, porque de hecho el gremio de las amantes no existe. Son etiquetas que están hechas para dividir a la humanidad. Una mujer puede ser al mismo tiempo esposa engañada y amante de otro fulano, en ese caso ¿En qué gremio la ubicamos?
En los casos reales nos damos cuenta que todas estas divisiones prejuiciosas del mundo son absurdas, y sólo caben en nuestras cabezas, porque tenemos la posibilidad de ser absurdos.
La amante es simplemente la que ama, y para esto no se necesita estar casada con nadie, ni de la bendición de ningún mortal, se necesita sólo amar, amar infinitamente y ser inmensamente feliz con ese amor. Qué maravilla si al mismo tiempo se es la esposa, pero también que maravilla si no. La única idea que defiendo es que el amor está muy por encima de cualquier etiqueta social que tenga una relación.
Juan Obregón, el reconocido pintor, me decía “esposas, son las que llevan los policías, quitan la libertad. Compañera, es la que acompaña. Amante, la que ama” Una tipología bastante ingeniosa y categórica,
Mientras en nuestra generación soñamos con ir vestidas de blanco hacia el altar a alcanzar un posición social que sólo se obtiene con el matrimonio al pasar a ser la señora de tal, aún se tiene la esperanza de que las generaciones venideras sean mujeres que sueñen menos con posiciones inmutables, y que se permitan ser compañeras y amantes de sus propios esposos o sencillamente del hombre o la mujer que decidan amar.
Sería maravilloso que, siguiendo las palabras del artista, quitáramos menos la libertad, fuéramos mejores compañeras y amáramos más. Comprendiéramos que el amor no se gesta sobre un rol social y se posa allí para siempre, el amor necesita reencontrarlo cada día, reinventarlo mientras nos reímos juntos con desparpajo, mientras nos seducimos frenéticamente, mientras seguimos soñándonos en el encuentro de nuestros brazos.
Etiquetas:
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esposas,
relaciones
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4 comentarios:
Las mujeres son exelentes escuchar buenas amantes hermosas por dentro y por fuera no podemos vivir sin ellas aunque en momentos no las entendemos por que son bastante complicadas.
Claro, yo tambien pienso igual !
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Hola, muy interesante el post, saludos desde Panama!
Pienso que lamentablemente el mundo se ha vuelto muy diferente, antes los matrimonias duraban hasta la muerte, ahora se ven divorcios a cada rato, las parejas no duran ni meses casados, crei un factor que lo produce es la infidelidad y el creer que se ama a alguien cuando lo que se siente es solo atraccion sexual.
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