viernes, 30 de noviembre de 2007

MASCULINIDAD Y ZONAS RESTRINGIDAS

Una vez supe de un hombre que le solicitaba a su pareja que le acariciara la región anal cuando estaban haciendo el amor. Así como suena, un hombre que le pedía a la mujer que ella le acariciara la región anal a él. A pesar de los pensamientos prejuiciosos que en algunos lectores puedan aparecer, lo conmovedor de la historia es que ella lo hacía, pero se llenaba de dudas sobre la masculinidad de su amante, y se preguntaba si animarse a solicitar tales caricias, se relacionaba con la posibilidad de que él fuera homosexual.

Algunas personas consideran que las sensaciones placenteras de la región anal son posibilidades únicamente femeninas y sólo las mujeres o los hombres homosexuales pueden encontrar placer frente a este tipo de caricias. Al parecer un concepto cultural se refiere al hombre como aquel que mantiene intacto su ano, de tal manera que se cree que un hombre que penetra a otro hombre no es un homosexual, porque su rol de penetrador incluso lo hace mucho más macho.

Este sistema de creencias al que pertenecemos, manifiesta dudas sobre si la masculinidad puede perderse frente a la penetración anal, así sea en un examen clínico de la próstata, que de hecho todos los hombres mayores de 40 años deben hacerse, pero el temor es tan exagerado que algunos deciden prescindir de esta evaluación médica. Casi se prefiere elegir el cáncer de próstata, antes de exponerse a la mano de un profesional.

A través del tiempo se ha identificado lo masculino con lo fálico que rompe, que penetra, y la simbología de lo femenino se ha representado con el receptáculo, la cavidad capaz de recibir y de ser penetrada. Así, se ha interpretado que el ano de un hombre no deba ser partícipe de la sexualidad heterosexual, entre un hombre y una mujer, por la estrecha similitud con la identificación de lo femenino. Como si el ano recordara el lado femenino de lo masculino.

Frente a la posibilidad de que en el intercurso sexual, una mujer acaricie o incluso estimule penetrando el ano de su pareja con sus dedos, o que lo haga parte del sexo oral, es simplemente la muestra de una sexualidad que llega hasta donde esta pareja lo permite, hasta el lugar en el que este hombre y esta mujer se sienten satisfechos y seguros con las caricias, pero no debe ser interpretado como determinante sobre las preferencias sexuales de este hombre.

El temor a la homosexualidad no sólo le ha hecho daño a los homosexuales, también le ha hecho daño a hombres y mujeres heterosexuales que se han condenado a sí mismos a vivir una sexualidad limitada, desconfiada y prevenida. Una sexualidad que se oculta de sus propios miedos y tabúes.

Algunos hombres definitivamente no sienten interés alguno en que su pareja estimule esta zona de su cuerpo, pero esto no quiere decir que sean más masculinos o que exista menos probabilidad de que algún día se interesen por alguien de su mismo sexo.

Muchos de aquellos que aseguran que un hombre es homosexual al permitir este tipo de caricias, en la privacidad secreta de sus relaciones sexuales conocen el placer de esta región, sólo que prefieren guardar silencio y distraer la mirada juzgando a otros con comentarios carentes de sentido. Hace parte del matiz paradójico de la vida.

La mujer cumple un papel fundamental en el descubrimiento del cuerpo del hombre y de sus posibilidades, es ella quien puede amarlo, y hacerlo libre de sus propias zonas restringidas. El límite de una caricia amorosa es la vulneración de un ser humano, es frente a la vulneración cuando la caricia deja de ser caricia para convertirse en instrumento de violencia. Pero en una pareja adulta, mientras exista la felicidad de ser acariciado, cualquier rincón del cuerpo, por condenado a la marginación que esté, será el lugar perfecto para susurrarnos palabras de amor.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Dra mi admirada columnista.No habia leido este articulo pero el tema es candente. Ud expresa una realidad:si algunos hombres les gusta que se les toque esa partecita no propiamente con una penetracion sino una apretadita en el bendito niez. A mi no me agrada. Creo que tendria prevencion frente a un hombre que pida eso. Pero si en las mujeres existe el ya tan aburrido en las conversaciones punto G en ellos tambien hay algo que detona todo. Hay hombres que adoran el beso negro (yo lo detesto). Tengo compañeros que se las dan de grandes sementales, que hacen mofa frente al examen o valoracion prostatica, que caminan como si sus genitales no qupiesen entre sus delgadas y asquerosas piernas. Eso si me da ascpo y a ellos si los tengo bajo sospecha, algunos hasta impotentes son. Creo que en todos hay algo de ambiguo. No es la bisexualidad en realidad pero si es una existencia clara de comportamientos que se dan como reaccion frente a estimulos. Hay personas que patean con ambas, es su naturaleza y es respetable.Pero no podemos ser ajenos a ciertos detalles: un hombre reconoce en otro algo y le agrada lo que reconoce y lo disimula, una mujer tambien hace lo mismo como va a decir que el olor de su amiga le encanta NUNCA. La vida me dio un vuelterin. Yo era una persona homofobica al extremo. Me levantaba de una mesa si llegaba al sitio un homosexual.Y hoy aplico la maxima tolerancia, mas que eso, aceptacion.Fue un vuelterin tremendo. Lo dejo ahi.