El editorial del periódico El Espectador del martes, titulado La censura erótica, me hizo pensar en el Tino Asprilla. Les contaré. El texto que cito hace referencia al proyecto de ley de la senadora Claudia Rodríguez de Castellanos, por el cual se pretende reglamentar la exhibición de imágenes e información en las portadas de medios impresos y electrónicos, de tal suerte que se prohíban las imágenes de personas desnudas o semidesnudas en posturas eróticas.
La senadora tiene sus argumentos, pero dígalo de la manera que lo diga, a mi modo de ver, no se trata de otra cosa que de establecer CENSURA. Una censura que posiblemente comience con la imagen y tal vez se le dé más tarde por las palabras. Tendría que preocuparse esta columna, pues nada de raro que a este paso, y si se aprueba dicho proyecto de ley, expresiones como sexo oral, sexo anal y masturbación queden prohibidas, pues una vez se dicen las palabras, en la mente se nos reproducen imágenes sexuales. Bajo los argumentos de la misma senadora, tendría que censurarse.
Pero cuál es el problema del desnudo. Obviamente no estamos hablando de pornografía, ni mucho menos de desnudos de niños o niñas, estamos hablando de imágenes de adultos que deciden desvestirse frente al lente de un fotógrafo y están de acuerdo con su publicación.
Estamos hablando de las revistas que se encuentran en los supermercados e incluso estamos hablando de la revista Soho, una de las más vendidas, que se ha destacado por presentarnos en sus portadas los desnudos mejor pagos y más controvertidos. No olvido a Juan del Mar vestido de torero y me pregunto por qué tengo una tendencia a recordar con más facilidad los desnudos masculinos…, es más, ahora me pregunto por qué no publican con mayor frecuencia desnudos masculinos. No es una sugerencia, es tan sólo una pregunta.
Estoy en contra de que el cuerpo humano sea utilizado como objeto de mercado y me molesta la imagen consumista de la mujer, pero creo profundamente en la libertad que tiene una persona para elegir si desea salir desnuda o no en una revista que tiene además, un manejo absolutamente estético y profesional del trabajo que presenta. No creo que sean las prohibiciones las que nos harán que entendamos que la mujer no es un objeto sexual, tiene que ver con crear otra consciencia y eso la senadora no lo logrará con su perverso o ingenuo proyecto de ley.
La senadora Claudia Rodríguez quiere que ahora las revistas se publiquen con señoras vestidas y señores vestidos. ¿vestidos cómo? ¿se pueden usar escotes? ¿se pueden usar transparencias? ¿tendríamos que prohibir también las imágenes de los catálogos de ropa interior y vestidos de baño? ¿pantaloncitos calientes? ¿envueltos en sábanas? ¿en baby doll? ¿tanga o hilo? ¿Quién determina qué tan vestido o desvestido se debe estar?
Creo que ya sospechan porque pensé en el Tino. Asprilla no me parece el negro más sexy que tiene Colombia. Es más, confieso que más de una vez me ha caído un poco mal. Pero alguna vez, descubrí la portada con su imagen, desnudo. La revista daba la opción de levantar un sticker que se encontraba justo sobre su pene. Era mi decisión. Si yo quería ver a Faustino completamente desnudo, simplemente debía levantar el sticker.
Sé que muchos pensarán que lo levanté y no se equivocan. Lo hice, lo hice sin dudarlo y no me arrepiento. A aquellos que no lo hayan visto, les diré algo, algunos tienen más fama que atributos reales. El caso es que una vez leí la editorial de El Espectador del martes, me pregunté, ¿la senadora Claudia Rodríguez habrá levantado el sticker que cubría el pene de Asprilla? Supongo que no. ¿Será entonces que por eso sigue con la idea de “reglamentar” las imágenes de desnudos? ¿Podría el desnudo del Tino convencerla que desistiera de la idea o por el contrario la alentaría más? Como ven, tengo más preguntas que respuestas. Espero que preguntar no sea censurado también.